Palabras claves
Este artículo presenta el proceso de replanteo visual integral para la Universidad Nacional del Litoral que se viene realizando desde el año 2019. Una breve referencia histórica da sentido y encuadre institucional al proyecto, enmarcado en el Programa de Imagen de la UNL. El artículo recorre luego el nuevo discurso visual de la institución.
Este artículo presenta el proceso de replanteo visual integral para la Universidad Nacional del Litoral (UNL) que se viene realizando desde el año 2019. Previo a comenzar con el desarrollo específico, resulta oportuno hacer una breve referencia histórica que de sentido y encuadre institucional y temporal al proyecto.
El Programa de Imagen de la Universidad Nacional del Litoral se crea en el año 2000.[1] Hasta el día de la fecha, trabaja orgánicamente en el ámbito de Rectorado y, desde 2002 en el marco de la Dirección de Comunicación Institucional. Estos 20 años pueden segmentarse en tres períodos[2] determinados por los cambios, ajustes y actualizaciones integrales del sistema de identidad visual:
1999: Los inicios. Comenzar a «marcar».
2005: La identidad UNL. Un planteo identitario sistémico.
2019: Renovación. Mirar el pasado para pensar el futuro.
Para hablar del replanteo visual del año 2019 resulta imprescindible contextualizarlo en términos históricos, políticos y comunicacionales, y dedicar un breve análisis a la identidad anterior, sobre la que se construyó el nuevo discurso visual de la institución.
1. CONTEXTOS
El contexto histórico: los centenarios
En términos históricos existía un contexto propicio para revalorizar las consignas propuestas desde la Reforma Universitaria de 1918, que sentaron las bases de la nueva universidad. Además, el centenario de la UNL se presentaba como un mojón, un punto de inflexión desde el cual plantarse y realizar una revisión en ambos sentidos: mirar hacia atrás para recuperar lo que ofrece la historia y trayectoria de la institución, para traducirlo en un discurso visual centrado en el futuro, en la universidad que viene.
El contexto institucional: la transición
La culminación del Plan de Desarrollo Institucional 2010–2019 y la formulación del Plan Institucional Estratégico 100+10 simbolizaron el punto de inflexión entre un contexto de continuidad y a su vez de renovación de propuestas e ideas en términos de planificación a mediano plazo de las acciones sustantivas.
El contexto visual/comunicacional: replanteo y actualización
Hasta 2019 el planteo de identidad visual vigente era el diseñado y ejecutado desde comienzos del siglo XXI, previo a la expansión de las comunicaciones multiplataforma. El paso del tiempo había hecho su trabajo de desgaste sobre ciertos modos de comunicar, hecho que llevó a la aparición de nuevas resoluciones gráficas desde diferentes dependencias, de manera desarticulada, que debían ser atendidas brindando una propuesta actualizada, que vuelva a encauzar la identidad institucional desde una plataforma visual que no solo esté basada en la arquitectura marcaria.
2. ANTECEDENTES
Cabe mencionar que las formas de entender la identidad de una institución universitaria no son las mismas en la actualidad que en 2005 y que, muchas veces, dependen del desarrollo identitario que estas acumulan como capital. Es por esta razón que las propuestas de 2005 y 2019 poseen puntos de partida claramente disímiles. En 2005 estaba «todo por hacer» (o casi todo), mientras que en 2019 existía una construcción identitaria afianzada. Por ende, los puntos analizados, y que hoy se presentan como falencias, muchas veces son el resultado de un proceso natural de desgaste.
El planteo marcario de 2004
El planteo integral de identidad visual que regía hasta 2019 se fue gestando desde principios de siglo y se cristalizó en 2005. Analizado en retrospectiva, como primera intervención disciplinar en relación con la identidad de la UNL, evidenciaba una intención reguladora ante la compleja arquitectura organizativa institucional. La creación de un sistema marcario basado en formas de nombrar (siglas), geometría (cuadrado) y color (como diferenciador), iba en esa dirección y en estas dos décadas resultaron decisiones satisfactorias.
El sistema de identidad visual de la UNL se sustentaba sobre dos grandes pilares entendidos como la base conceptual que regía las decisiones identitarias en términos marcarios:
- Historia y trayectoria: el Sello Mayor (Efebo) se presentaba como el sello de garantía, y era preservado para piezas de alta jerarquía institucional.
- Proyección y futuro: la sigla UNL y su representación visual modular fue el elemento central del sistema de identidad que articulaba a partir de sí mismo el resto de los signos marcarios (facultades, escuelas, institutos, etc.). Asumió el carácter de marca, siendo su uso mucho más fácil de aplicar a diferentes materiales de comunicación, presentándose como un complemento del Sello Mayor en las variadas situaciones que así lo requerían.
Si bien cumplieron su función, siempre carecieron de un desarrollo gráfico que los acompañe, y con el paso del tiempo se transformaron en elementos marcarios potentes, pero carentes de recursos visuales sistémicos que los acompañen.
Geometría y significado
Otro elemento analizado fue la desconexión morfológica, sintáctica y, en consecuencia, conceptual que existía entre el Sello Mayor y el módulo. Anclado al punto anterior, y desde una mirada histórica, el cuadrado como forma normalizadora permitió el juego propuesto, pero trajo aparejado nuevos desafíos en el plano conceptual: morfológicamente el cuadrado aporta valores de estabilidad, solidez, dureza, etc. que entran en conflicto con el empuje, el dinamismo, la fuerza del círculo y el joven efebo que avanza con su antorcha.
La totalidad y particularización
La definición de un sistema modular que cubriera todo el abanico de emisores que conforman la institución, y que a su vez presentara una coherencia formal fue un elemento crucial para el contexto en el cual fue desarrollado. Que todos los actores que forman parte de la universidad puedan hablar bajo un mismo abanico marcario sentó las bases de una identidad reconocible en la región, pero en tantos años y situaciones de uso trajo aparejado una fragmentación comunicacional que visualmente se tradujo en situaciones complejas de resolver. La acumulación de módulos en el juego UNL + otros (unidades académicas –UUAA–, secretarías, tópicos, etc.) y su relación jerárquica, sumado a la aparición en las mismas piezas de diferentes actores de la universidad, trajo consigo la acumulación y repetición de formas que volvían confusa y saturada la comunicación. Lo que en un principio fue positivo, comenzó a ir contra la institución como «emisor global» hacia la sociedad, pues puso en juego la pregunta sobre si los receptores de la comunicación de la Universidad realmente están interesados por tanta particularidad interna de quién emite el mensaje.
El sistema tipográfico
Uno de los puntos críticos recaía en lo tipográfico:
- Durante años de procesos y cambios se fueron acumulando capas geológicas tipográficas. El primer planteo (1999) proponía el uso de Clarendon LT Std tanto para el Sello Mayor (se mantiene hasta la actualidad, pero está en proceso de actualización) como para la sigla UNL que comenzaba a vislumbrarse como proto–marca. La normalización marcaria propuesta en 2005 propuso a ITC Franklin Gothic Std para la leyenda Universidad Nacional del Litoral, y como familia tipográfica institucional para el desarrollo general de diferentes piezas. A su vez, para el desarrollo de las siglas UNL y de las UUAA se realizaron variaciones sobre la base de Caecilia LT Std. Esto trajo aparejado una inconsistencia del sistema tipográfico en el que en diferentes situaciones y combinaciones convivían dos, tres o más familias tipográficas que debilitaban este importante bastión identitario.
- La familia ITC Franklin Gothic Std, adoptada en 2000 como un elemento más de la identidad, con el correr de los años comenzó a mostrar signos de fatiga. Con el paso del tiempo y luego de 15 años de uso, esta familia y por ende buena parte de la identidad gráfica, comenzaron a percibirse como desactualizadas. Esto se tradujo en que las diferentes dependencias introdujeron nuevas familias en su hacer diario, alejándose de la normalización sistémica. Por otro lado, en un contexto de crecimiento sostenido del número de plataformas y tipos de mensajes a comunicar, la escasa cantidad de variables tipográficas disponibles y la falta de adecuación de la familia a la visualización en pantalla profundizaron la necesidad de una reformulación.
3. LA PROPUESTA DE REDISEÑO
Atendiendo a lo desarrollado, se presentó en 2019 una nueva propuesta visual para acompañar el crecimiento de la institución en sus primeros 100 años y su proyección a futuro.
Las claves del proyecto:
- Nunca fue pensado como una propuesta atada a la coyuntura del centenario, sino que se tomó el acontecimiento como plataforma y punto de inflexión para revisar el pasado con la mirada orientada hacia el futuro.
- El profundo análisis y reflexión del capital marcario e identitario acumulado por la institución orientó al proyecto en la definición de los elementos que por su consistencia y coherencia debían mantenerse vigentes y los que se iban a replantear. Es decir, un balance que capitalice el pasado y sume nuevas perspectivas y atributos simbólicos.
- La definición de conceptos macro que sean la esencia del programa identitario, que se propongan como capital simbólico propio y valor diferenciador ante instituciones similares.
La base conceptual
La luz que no puede faltar
El proceso de investigación histórico puso en evidencia la potencia simbólica del Efebo y el lema «Lux Indeficiens» y el escaso aprovechamiento conceptual de ambos. Siempre fueron elementos del Sello Mayor, pero nunca se profundizó en sus valores simbólicos y formales para el desarrollo de una identidad propia y diferenciada.
En su presentación ante el Consejo Superior, el 30 de junio de 1926, el Rector Pedro L. Martínez señalaba:
«Como es ésta la Universidad más joven, me pareció apropiado optar por la figura de un Efebo que, como en el clásico Mercurio de Juan de Bolonia, apareciera en actitud de ir iluminando a su paso con la antorcha que, encendida, levanta en alto. Se agregarían, en apropiada distribución, los escudos de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes. En la parte superior iría la leyenda: Universidad Nacional del Litoral, y en el inferior, como lema: Lux Indeficiens, como afirmación de que la luz no puede nunca faltar».
Y en 2009, Walter N. Musich afirmaba:
«No hay elementos superfluos en el proyecto, no hay líneas caprichosas; hay una precisa traslación al lenguaje icónico de las ideas que motorizan a la nueva universidad. No es una simple adopción de las convenciones estéticas del momento, ni la respuesta a un desafío del diseño».
El balance de opuestos
La Universidad se construye desde su historia y hacia el futuro, entre trayectoria y proyección. Estos valores marcan a la UNL desde su nacimiento y estaban presentes en su identidad visual desde 2000, pero de manera diferenciada. El desafío de la nueva propuesta fue la construcción discursiva y formal, no ya desde los opuestos del binomio, sino desde la sinergia entre el pasado y lo que viene, ese mirar al futuro desde bases sólidas.
La trayectoria centenaria de la UNL acompaña el reto de pensar la Universidad del futuro en consonancia con los complejos escenarios sociales, culturales, políticos, económicos y culturales de la sociedad contemporánea. Así en los documentos institucionales que proyectan estas acciones se plantea a la integración como concepto clave a trabajar hacia dentro y fuera de la institución:
«La enseñanza desde la pluralidad de pensamiento y de calidad en todos los niveles es irrenunciable, la profundización de la flexibilidad en las modalidades y los diseños curriculares con la efectiva incorporación de nuevas tecnologías son parte central de su misión, la integración de las funciones sustantivas y su contribución al proceso formativo y la relación con el medio, una de sus líneas estratégicas». (Plan Institucional Estratégico 100+10. Santa Fe: UNL, 2020)
Y según Mammarella y Lizárraga (2018):
«…una equilibrada integración entre estas funciones sustantivas contribuirá de manera significativa a una mejor calidad y pertinencia universitaria, a una permanente actualización de los procesos de enseñanza y de aprendizaje, a la generación de nuevos y valiosos conocimientos junto con la apropiación social de éstos, y a la concentración de esfuerzos para una mayor inclusión y cohesión social y cultural, especialmente de los sectores más vulnerables de la sociedad».
Una identidad que se aborda desde la complejidad actual
En los últimos años, el contexto de dinamismo en las comunicaciones y la necesidad de adaptación a nuevos medios, formatos y plataformas, demandó revisar los planteos de identidad visual.
Atendiendo al desarrollo conceptual de integración y sinergia como guía para la simplificación de la arquitectura marcaria y las diferentes instancias de la identidad visual, se trabajó en un esquema metodológico que apunta a entender la «equilibrada integración entre estas funciones sustantivas». Así pues, el cambio de la forma contenedora de las siglas no solo se corresponde a una coherencia formal con el Sello Mayor.
El rediseño se concibió como un balance entre los elementos que por su consistencia y coherencia debían mantenerse vigentes y aquellos que debían revisarse. Se definió que era necesario sostener el sistema cromático con algunos ajustes en su composición y el sistema de siglas en relación con una figura sintáctica, aunque con un direccionamiento hacia una propuesta más dinámica, flexible, integradora y sinérgica.
También se comenzó a trabajar en la correspondencia formal y conceptual entre el Sello Mayor y la nueva marca. En este contexto se inició el proceso de redibujo del Sello Mayor, que actualmente se encuentra en desarrollo junto con el equipo del Museo y Archivo Histórico de la Secretaría de Cultura UNL.
Herramientas compositivas
Dada la complejidad y diversidad de comunicaciones visuales que la UNL produce de modo descentralizado y publica desde sus diferentes áreas, resultó necesario sistematizar ciertos mecanismos visuales y compositivos para el diseño de piezas que otorgaran cohesión a partir de una propuesta dinámica, flexible y versátil.
Por un lado, se propone una grilla compositiva (no tipográfica) de 100 campos. Este elemento ordenador, además de tomar como referencia el centenario de la institución, se adapta indistintamente a cualquier orientación y proporción del soporte, brindando las primeras referencias espaciales de la pieza a diseñar.
La segunda herramienta se basa en la grilla y es la traducción formal, a través de diagonales, del concepto «Lux». Su uso es un elemento de gran importancia al momento de lograr coherencia visual en la multiplicidad de emisores. Proponen una flexibilidad compositiva en la que pueden ser usadas en diferentes jerarquías y de muy variadas maneras: como contenedor de firmas, figura, tramas, o como elemento organizador del contenido.
El sistema tipográfico
Se consideró además la necesidad de trabajar un planteo tipográfico propio que de coherencia y cohesión al sistema marcario y a las comunicaciones visuales en un sentido, extendiéndose a jerarquías primarias en materiales impresos, web, televisivos, etcétera.
Si bien el desarrollo tipográfico será objeto de un análisis profundo a futuro, en líneas generales, el trabajo consistió en la adecuación de una fuente de licencia abierta (OFL del inglés Open Font License), buscando dotarla de rasgos identitarios y extender su set de caracteres atendiendo a requerimientos específicos de la comunicación institucional.
La observación del patrimonio gráfico y tipográfico de la universidad fue el punto de partida para la toma de las principales decisiones estilísticas de Lux Sans, actualmente en desarrollo, y basada en Lato, del diseñador polaco Łukasz Dziedzic.
La implementación
Otra situación a resolver fue la implementación de estas nuevas estrategias visuales con todos los equipos de trabajo, teniendo en cuenta la dinámica de funcionamiento de las áreas de diseño de la UNL, a través de un esquema articulado en red, con un área central y áreas periféricas en las diferentes dependencias. Para ello se trabajó en una serie de talleres a lo largo de todo el año 2019, con una doble finalidad. En una primera etapa, el objetivo fue recabar información, escuchar y entender necesidades de las diferentes áreas, tomar nota de sugerencias y propuestas; y en la segunda, se explicitaron las nuevas pautas para una correcta implementación, transversal y sincrónica.
4. UN PROCESO ABIERTO
El proyecto de rediseño de la identidad visual de la UNL fue pensado y concebido como un proceso vivo y en permanente desarrollo. El centenario determinó el punto de partida, y las consignas y pautas conceptuales y visuales del mismo proponen un planteo con una intención de evolución para los próximos años, de mirada al futuro desde el pasado y el presente sobre la base de elementos identitarios fuertes y un trabajo de diseño a conciencia, creativo y que no se limite a la mera aplicación de normas.
Referencias bibliográficas
Mammarella, Enrique y Claudio Lizárraga. La Universidad del Centenario. Santa Fe: UNL, 2018.
Musich, Walter N. Virtudes de un cuerpo emblemático. El Sello Mayor de la Universidad Nacional del Litoral. Santa Fe: Museo y Archivo Histórico «Marta Samatan», 2009.
Notas
[1] Para conocer más sobre los comienzos del Programa de Imagen se recomienda leer: Valsagna, Andrea y otros. «El Programa de Imagen y Comunicación de la UNL». Polis Revista de la FADU, edición especial Diseño. Santa Fe: Ediciones UNL, 2004.
[2] El trabajo en estos tres períodos fue realizado por equipos de profesionales egresados de la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo de la UNL, que han variado sus integrantes y composición a lo largo de los años, pero que mantuvieron siempre esa pertenencia con la institución. En este sentido, el proyecto adquiere un valor agregado por desarrollarse en su totalidad con recursos humanos formados en la propia Universidad.
Colaboraron en la producción del presente artículo: Andrea Vittori, Candela Caudana y Laura Loreficcio.
Agradecimientos: A las diseñadoras y diseñadores del Programa de Imagen de la UNL. A las áreas de comunicación y diseño de las dependencias de la UNL. A Juan Martín Alfieri.
Como citar
Gariglio, Alejandro, y Franco Scarafia. «Una imagen renovada para una universidad centenaria». Polis, n° 20 (2022). https://www.fadu.unl.edu.ar/polis
Alejandro Gariglio
Coordinador del programa de imagen (Dirección de Comunicación Institucional UNL) desde el año 2008. Diseñador gráfico en comunicación visual (FADU, UNL). Docente de la cátedra de Tipografía (FADU, UNL).
Franco Scarafia
Diseñador gráfico del programa de imagen (Dirección de Comunicación Institucional UNL) desde el año 2008. Licenciado en Diseño de la Comunicación Visual (FADU, UNL). Docente de la Cátedra de Tipografía (FADU, UNL).