Desde la derogación de la prohibición de la producción de vino fuera de Cuyo, Entre Ríos ha revitalizado su producción vitivinícola y, con ello, el paisaje cultural asociado.
Este artículo presenta una experiencia en la aplicación de una metodología de análisis de estos paisajes culturales vitivinícolas, con el objetivo de generar información útil para el diseño de políticas territoriales que impulsen el desarrollo turístico sostenible.
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Desde la derogación de la prohibición de la producción de vino fuera de Cuyo, Entre Ríos ha revitalizado su producción vitivinícola y, con ello, el paisaje cultural asociado.
Este artículo presenta una experiencia en la aplicación de una metodología de análisis de estos paisajes culturales vitivinícolas, con el objetivo de generar información útil para el diseño de políticas territoriales que impulsen el desarrollo turístico sostenible.
La derogación de esta ley en la década de 1990 permitió la reactivación de la producción vitivinícola en todo el país. Desde entonces, se han rehabilitado establecimientos históricos y se han creado nuevos, lo que revitalizó no solo la producción de vino sino también el paisaje local y regional. Esta reactivación ofrece una oportunidad única para integrar el turismo como una actividad clave para el desarrollo sostenible de la región. Experiencias exitosas, como la de la provincia de Mendoza, demuestran que es posible aprovechar el atractivo turístico del paisaje cultural vitivinícola, siguiendo la huella histórica de sus viñedos, para crear un corredor turístico que potencie este rico patrimonio. El turismo, en este contexto, no solo representa una oportunidad económica para las comunidades, sino también una herramienta para valorarlo y resguardarlo. Los ingresos generados por el turismo pueden ser reinvertidos en políticas de preservación y ofrecer a los visitantes la oportunidad de vivir experiencias únicas, conocer la identidad local y adquirir conocimientos valiosos sobre la historia y tradición de la región.
La derogación de esta ley en la década de 1990 permitió la reactivación de la producción vitivinícola en todo el país. Desde entonces, se han rehabilitado establecimientos históricos y se han creado nuevos, lo que revitalizó no solo la producción de vino sino también el paisaje local y regional. Esta reactivación ofrece una oportunidad única para integrar el turismo como una actividad clave para el desarrollo sostenible de la región. Experiencias exitosas, como la de la provincia de Mendoza, demuestran que es posible aprovechar el atractivo turístico del paisaje cultural vitivinícola, siguiendo la huella histórica de sus viñedos, para crear un corredor turístico que potencie este rico patrimonio. El turismo, en este contexto, no solo representa una oportunidad económica para las comunidades, sino también una herramienta para valorarlo y resguardarlo. Los ingresos generados por el turismo pueden ser reinvertidos en políticas de preservación y ofrecer a los visitantes la oportunidad de vivir experiencias únicas, conocer la identidad local y adquirir conocimientos valiosos sobre la historia y tradición de la región.
En estudios preliminares sobre los paisajes culturales vitivinícolas de Entre Ríos se identificó que son infravalorados como recursos turísticos. No se han aprovechado adecuadamente como sistemas articuladores de establecimientos, ni como argumentos para el diseño de itinerarios turísticos o promotores del desarrollo de infraestructura conforme a los estándares actuales del turismo. Esto impide que la región explote todo su potencial turístico y económico, y limite el desarrollo sostenible y la valorización de su patrimonio.
UNA MIRADA INTEGRAL AL CONCEPTO DE PAISAJE
Para abordar esta problemática se construyó una metodología integral basada en los conceptos teóricos propuestos por Jean Marc Besse,[1] quien expone cinco modos o «puertas» que permiten un análisis multifacético y profundo del paisaje, y facilitan su comprensión y valorización desde diversas perspectivas.
Estos conceptos no solo proporcionan una base teórica sólida, sino que también guían el desarrollo de una metodología práctica y eficiente.
Para el análisis de los paisajes culturales que forman parte de la investigación se optó por realizar un inventario que releve en cada caso aspectos de importancia.
Se realizaron visitas a los establecimientos, entrevistas a los propietarios y profesionales involucrados en su desarrollo. Estos datos se volcaron en una serie de fichas estructuradas a partir de las «puertas de entrada al paisaje» descritas por Jean Marc Besse.
Paisaje como Representación Cultural
Desde esta perspectiva, el paisaje no es una entidad objetiva sino una construcción relativa a lo que los individuos piensan y dicen de él. Es una percepción subjetiva y una forma de expresión influenciada por códigos culturales y artísticos.
Para aplicar este concepto en la metodología, se procedió a analizar las etiquetas y otros elementos visuales de los establecimientos. Este análisis incluyó un estudio detallado de las imágenes o símbolos utilizados en las etiquetas, logotipos y material promocional, para entender cómo se representan a sí mismos y qué elementos destacan en su identidad visual. Así, se pudo captar la esencia que cada bodega intenta transmitir a través de su imagen y marca.
Paisaje como Construcción Histórica
El paisaje es visto como un territorio producido y practicado por las sociedades a lo largo del tiempo, atravesado por razones económicas, políticas y sociales en sentido amplio. Esta perspectiva histórica implica reconocer la evolución del paisaje y cómo ha sido moldeado por las actividades humanas.
Esta concepción se alinea con la definición de paisaje cultural de la UNESCO,[2] que lo describe como «la obra combinada del hombre y la naturaleza». Esta definición ilustra la evolución de una sociedad y su asentamiento a lo largo del tiempo, bajo la influencia de limitaciones físicas y oportunidades presentadas por su entorno natural y artificial, factores tanto internos como externos.
Basándose en este concepto, se documentó el desarrollo histórico de cada establecimiento, en los que se realizaron relevamientos fotográficos y mapeo de los mismos. Se llevaron a cabo entrevistas con los propietarios y otros actores involucrados en la actividad. Esta información permitió recopilar datos sobre la evolución histórica y cultural de los viñedos y bodegas, al tiempo que destaca cómo han cambiado y se han desarrollado a lo largo del tiempo.
Paisaje como Sistema
El paisaje no es solo una percepción o una representación; es un entorno material y vivo afectado por la acción humana. Es una articulación entre naturaleza y sociedad, una realidad donde interactúan elementos como topografía, geología, hidrografía, infraestructuras y edificaciones.
Este enfoque se alinea con la visión de Roberto Bullón[3] sobre el sistema turístico, en la cual el paisaje se concibe como un sistema complejo en el que interactúan diversos componentes naturales y humanos y en el que el turismo actúa como un catalizador para la integración y el desarrollo de estos componentes. El autor nos dice que el producto turístico está sostenido en un sistema formado por: la planta turística (instalaciones, equipamientos), los atractivos (puntos de interés) y las infraestructuras (calles, comunicaciones, superestructuras, etc.).
Para esta puerta se describieron estos sistemas en el paisaje, incluidos elementos naturales y humanos en cada uno. Para esto se relevaron las instalaciones, equipamientos e infraestructuras de los complejos, y se describió cómo interactúan entre sí y con el entorno inmediato; esto permite entender la dinámica interna de cada viñedo y bodega como un sistema integrado.
Paisaje como Experiencia
Desde esta perspectiva, el paisaje es una experiencia sensorial y perceptiva, una atmósfera que envuelve al visitante y le permite interpretar el espacio de manera inmediata y compleja. Peter Zumthor, en su obra Atmósferas,[4] resalta la importancia de los elementos sensoriales que componen un espacio y cómo estos influyen en la percepción y experiencia del visitante. La atmósfera se crea a través de la interacción de la luz, los sonidos, los olores, las texturas y las formas que componen el entorno.
Siguiendo este concepto, se evaluó la atmósfera de cada establecimiento, las actividades y acontecimientos que en ellos se desarrollan. Se describieron las experiencias sensoriales y perceptivas de los visitantes, y se documentó fotográficamente las escenas características de cada paisaje. Se recopiló información sobre las actividades y acontecimientos que se realizan en cada lugar y que contribuyen a la atmósfera y experiencia del paisaje cultural.
Paisaje como Espacio de Intervención
Esta última mirada pone en relevancia la práctica del diseño del paisaje. Besse plantea que las intervenciones en el paisaje se presentan en tres dimensiones: el suelo, el territorio y el paisaje natural. Entonces, la problemática del diseño del paisaje consiste en pensar la ciudad a partir de sus relaciones y en su integración con ellos.
El paisaje es un marco para proyectos que buscan intervenir el espacio de manera creativa y respetuosa, potenciando su valor.
Esta puerta se utilizó a modo de conclusión parcial, la cual derivó en la confección de una matriz a partir de la que se pudo analizar y valorar la información recabada en las puertas anteriores. Se identificaron oportunidades para proyectos arquitectónicos y urbanísticos en los establecimientos y en el territorio. Se propusieron desarrollos de infraestructura turística, mejoras en las instalaciones existentes y la creación de itinerarios turísticos que integren los diferentes viñedos y bodegas. Estas propuestas buscan potenciar su valor en el sentido que estamos desarrollando, mejorar la experiencia del visitante y promover el desarrollo sostenible de la región.
EXPLORANDO LA BODEGA VULLIEZ SERMET
La bodega Vulliez Sermet, ubicada en el acceso de la ciudad de Colón, es un excelente ejemplo de cómo estos conceptos y metodologías pueden aplicarse en la práctica. Perteneciente a la familia Vulliez, es una de las bodegas entrerrianas de mayor producción y cuenta con un predio que incluye un casco histórico, una gran casona que actualmente funciona como restaurante y sala de exhibición, y una cava en el subsuelo.
Para la primera puerta, se analizaron las etiquetas que identifican la bodega, las cuales utilizan imágenes de la casona patrimonial del predio y la historia bodeguera de la familia Vulliez. Estas representaciones artísticas resaltan la identidad cultural del establecimiento y su conexión histórica con la región.
En segunda instancia, se destaca la carga histórica y el importante patrimonio simbólico con el que cuenta. La casona, construida por inmigrantes suizos a principios del siglo XX, y el equipamiento de producción vitivinícola antiguo reflejan la evolución de la bodega desde sus inicios hasta la actualidad.
En relación con la tercera «puerta», se describió la interacción de la bodega con su entorno inmediato, destacando su conexión con el ingreso a la ciudad de Colón. La planta turística se dividió en una zona comercial/turística, una industrial y una de producción, cada una con sus propias instalaciones, equipamientos e infraestructuras.
Continuando con la cuarta puerta, se identificaron las actividades de la bodega, como visitas guiadas y peñas semanales en el restaurante. También se documentaron eventos importantes como la vendimia anual y otros acontecimientos que contribuyen a la atmósfera y experiencia del paisaje vitivinícola.
En una etapa posterior de la investigación en la que se realizaron propuestas de intervención, se propusieron mejoras en las instalaciones y el desarrollo de infraestructura turística para potenciar el valor del paisaje cultural de la bodega. Esto incluye la creación de itinerarios turísticos que la integren con los emprendimientos vitivinícolas de la región y promover así un desarrollo turístico articulado y sostenible.
REFLEXIONES FINALES
El análisis de los paisajes culturales vitivinícolas desde múltiples perspectivas permite una comprensión integral y una propuesta más completa para su desarrollo turístico. Los diferentes enfoques metodológicos utilizados en esta investigación demostraron ser efectivos para capturar la riqueza y complejidad de ellos. La arquitectura y el urbanismo juegan un papel crucial en la integración de los establecimientos en un sistema turístico, ya que potencian su valor identitario y económico. Las metodologías aplicadas en este estudio no solo proporcionan una base sólida para futuras investigaciones, sino que también ofrecen herramientas prácticas para la planificación y desarrollo turístico. El enfoque integral adoptado permite identificar y valorar los elementos clave del paisaje cultural y facilitar su conservación y promoción.
La integración de estos paisajes en un sistema turístico articulado y bien planificado puede transformar la percepción y experiencia de los visitantes y ofrecer una visión más completa y enriquecedora del patrimonio vitivinícola de Entre Ríos.
[1] Jean–Marc Besse. Las cinco puertas del paisaje. Ensayo de una cartografía de las problemáticas paisajeras contemporáneas. En Maderuelo, Javier. Paisaje y Pensamiento (Madrid, Adaba, 2006).
[2] Isabel Rigol Savio. UNESCO – Programa de Desarrollo de Capacidades para el Caribe – Módulo 4: Gestión de Paisajes Culturales. Conferencia 1 «Paisaje, paisajismo y paisajes culturales» (2004) p. 10.
[3] Roberto Boullón. Planificación del espacio turístico (México: Trillas, 2001) p. 47.
[4] Peter Zumthor. Atmósferas (Barcelona: Gustavo Gili, 2009).
[1] Susana Domínguez de Soler. Entre ríos: Viñas y vinos (Buenos Aires:
Instituto Urquiza de Estudios Históricos, 2001).