Comprender la complejidad urbana y territorial de las ciudades pequeñas implica pensar en estrategias para su planificación que se adapten a la realidad local. Este artículo reúne herramientas conceptuales para la elaboración de estrategias que potencien el desarrollo urbano y territorial de las ciudades pequeñas, considerando a la calidad de vida urbana como un instrumento analítico y proyectual para su abordaje.
INTRODUCCIÓN
Históricamente se han estudiado las grandes áreas metropolitanas e intermedias, lo que ha llevado a una falta de conocimiento de las ciudades pequeñas, especialmente considerando hoy su acelerada dinámica de crecimiento local.[1] Actualmente, se las reconoce como reducidas aglomeraciones humanas capaces de generar centros de sinergia y desarrollo (Boccolini, 2016) aun cuando hacia 2010 representaban solo el 3 % de la población argentina (INDEC 2010). Para 2023, el 82 % de las localidades inferiores a 5000 habitantes carecía de planificación urbana, lo que evidenciaba las consecuencias de intervenciones equívocas en cuanto a la transformación del territorio.
El presente artículo trata sobre las ciudades pequeñas y hace énfasis en su interpretación como núcleos urbanos potenciales para el desarrollo urbano territorial si se las analiza, comprende y planifica en una escala microregional. Dado que se asume la complejidad que implica la planificación urbana de este tipo de ciudades, mediante estas indagaciones se propone un enfoque conceptual y analítico basado en la calidad de vida urbana como herramienta para comprender su realidad urbana y formular estrategias de intervención.
CIUDADES PEQUEÑAS COMO NÚCLEOS URBANOS POTENCIALES PARA EL DESARROLLO MICRORREGIONAL
Las características de las ciudades pequeñas han evolucionado desde su concepción como núcleos de apoyo al sector agrícola, y en la actualidad se constituyen como centros urbanos donde la población puede acceder a servicios, bienes e infraestructuras más o menos especializados (Comité de Desarrollo Territorial, 1999).
A pesar de que se considera pequeños a aquellos centros urbanos con un rango entre 1000 y 2500 habitantes, recurrir a la densidad demográfica como definitoria de escala puede considerarse una visión limitada porque no implica atributos esenciales como la combinación de factores funcionales, socioeconómicos y físicos (Santos, 2007). Por lo tanto, se entiende que este tipo de ciudades no solo se define por su dimensión poblacional, sino también por su condición de cabeceras de áreas rurales con capacidad de autogestión y autonomía, constituidas por un ambiente social y morfológico que conforma su identidad, innovadoras y bien comunicadas con áreas dinámicas de desarrollo (Capel, 2009).
Capel sostiene que, a pesar de sus diferentes y múltiples problemáticas, estos centros urbanos pueden ser considerados como polos para el desarrollo económico y como una alternativa a las grandes concentraciones urbanas, lo que justifica y motiva su estudio. Hacia fines del siglo XX, la Unión Europea las incluyó en la Estrategia Territorial Europea, en la que se reconoció la importancia de su integración a las premisas de planificación del territorio (Comité de Desarrollo Territorial, 1999). El fundamento radica en la importancia de los sistemas policéntricos y la necesidad de impulsarlos, principalmente por su influencia directa sobre las áreas rurales en busca de una mayor cohesión territorial. Hoy, la definición de un sistema urbano de carácter policéntrico es un aspecto importante en las políticas de ordenamiento territorial y planificación urbana, ya que permite incorporarlas como núcleo urbano en áreas funcionales y dependientes con otras de similar escala, lo que amplía así su marco de posibilidades y potencialidades.
Muchas ciudades pequeñas se encuentran dispersas en entornos rurales, lejanas a grandes centros urbanos o cercanas a otras de similares características, por lo que es su conjunto el que proporciona relevancia económica, política y cultural a la región en la que están presentes. Al hablar de conjunto se hace referencia a las distintas maneras de asociación que puede haber entre dos o más gobiernos locales sobre denominadores comunes, principalmente por una relación de cercanía o similitud; se conforman por lo tanto núcleos característicos como polos macrorregionales. El abordaje de estrategias considerando esta lógica permite promover el desarrollo local y regional sostenible mediante el fortalecimiento de espacios interlocales de articulación como herramienta para la resolución de problemas y la concreción de objetivos.
Tradicionalmente se ha abordado la planificación y la gestión urbana desde el lado de la oferta, es decir, sin considerar las necesidades de los diversos colectivos sociales que configuran la demanda ciudadana (Fernández Güell, 2006). A partir de ello, la carencia y/o deficiencia en la planificación de las ciudades pequeñas puede presentar problemáticas de igual complejidad que las grandes urbes, con graves repercusiones sobre el territorio, como desarrollos desequilibrados, situaciones de inequidad e inaccesibilidad, y transformaciones al medio que no son sostenibles en escala local ni regional. Para Basualdo (2018), generalmente se debe a la inadecuación de los instrumentos de planeamiento debido a la crisis del planeamiento tradicional y la falta de especificidad de los instrumentos y recursos locales. En muchos casos, la realización y aplicación de planes de ordenamiento no suele ser prioridad o es inalcanzable para los gobiernos locales, principalmente debido a los bajos presupuestos para grandes obras y a la disponibilidad de equipos técnicos especializados para su planificación y ejecución. Es a partir de esto que el abordaje desde una escala macrorregional posibilita la concreción de estrategias mediante el cooperativismo entre las distintas ciudades pequeñas, lo que implica promover la planificación estratégica interlocal mediante el fortalecimiento de las relaciones entre los gobiernos locales y los distintos niveles estaduales. En este marco de complejidad para su planificación es posible considerar la calidad de vida urbana como una herramienta para su abordaje, ya que se adecúa a las necesidades, problemáticas y potencialidades de las distintas escalas de ciudades.
CALIDAD DE VIDA URBANA COMO HERRAMIENTA ANALÍTICA Y PROYECTUAL
Según Pérez Maldonado (1999), se entiende a la calidad de vida urbana como las condiciones óptimas que conjugan y determinan sensaciones de confort en lo biológico y psicosocial dentro del espacio donde el hombre habita y actúa, y se asocia a la satisfacción del conjunto de necesidades relacionadas con la existencia y el bienestar de los ciudadanos en relación con el medio en un proceso recíproco de interacciones escalares, espaciales y temporales.
El hecho de que se considere como indicador para la planificación de los centros urbanos en distintas partes del mundo permite asumir su efectividad para comprender la relación entre lo que ofrece la ciudad y las necesidades y demandas de los diferentes actores, como también interpretar los comportamientos y apropiaciones de los habitantes en el espacio. Esto posibilita la formulación de nuevas estrategias de intervención que consideren problemáticas reales y, sobre todo, pensar el espacio urbano en relación con la percepción que los habitantes tienen de él.
Comprender la escala de las ciudades pequeñas implica suponer que lo que suceda depende de la incidencia de los actores, cuya trama de relaciones sociales se caracteriza por factores de cercanía, conocimiento/relaciones de parentesco y amistades/enemistades construidas históricamente (Basualdo, 2018), lo que resta peso al capital simbólico institucional y valoriza el conocimiento, la historia compartida y el valor de pertenencia al entorno que habitan. Es por este motivo que el habitante como actor juega un papel fundamental en la toma de decisiones desde este enfoque.
La calidad de vida urbana en términos de indicadores representa de manera simplificada la complejidad urbana y permite valorar su evolución a lo largo del tiempo y su comparación entre espacios o estructuras diferentes. Refleja una preocupación social con respecto al medio e identifica factores críticos para priorizar la acción de las políticas públicas, lo que permite insertarlo en el proceso de toma de decisiones. Provee de una visión totalizadora sobre los intereses predominantes relativos a la realidad urbana que se trate, y ello hace posible formular diagnósticos y servir de base para la elaboración de políticas, programas y proyectos que la mejoren en forma continuada y sostenible con el objetivo de optimizar su eficiencia, cohesión, complejidad y vitalidad.
A diferencia de las ciudades grandes y medianas, en las pequeñas los indicadores incluyen parte del entorno periurbano y rural, entre otras particularidades que conforman su idiosincrasia e identidad, por lo que implican una necesaria síntesis y adaptación local. Es así que planificarlas desde la calidad de vida urbana permite incrementar los niveles de vida urbana de la población, favorece lo colectivo, refuerza aquellos elementos urbanos e inmateriales que les dan identidad y unidad morfológica, genera un instrumento normativo de ordenamiento y usos de suelo para orientar las relaciones entre el territorio y los habitantes mediante el fortalecimiento de la competitividad de los sistemas productivos, la mitigación y prevención de conflictos ambientales, optimiza la organización de los asentamientos urbanos y rurales, y garantiza el acceso a las infraestructuras de servicios y equipamientos públicos de toda la población, entre otros.
IDEAS PARA LA PLANIFICACIÓN URBANA DE LAS CIUDADES PEQUEÑAS
Este artículo reúne herramientas conceptuales para la elaboración de estrategias que potencien el desarrollo urbano y territorial de las ciudades pequeñas. Dada la complejidad actual para su planificación, se torna indispensable la aplicación de herramientas para optimizar los procesos y recursos que implica. La calidad de vida urbana como concepto es trascendental a las distintas escalas de ciudad y se vuelve un instrumento fundamental para pensar el espacio de las relaciones de vecindad, intercambio y calidad del entorno habitable. Sería posible, entonces, que mediante la atención a problemas socioambientales, culturales y económicos en busca de la esencia local y microregional desde un punto de vista sostenible, sus realidades locales se potencien positivamente.
La complejidad urbana y territorial de las ciudades pequeñas incentiva su estudio desde nuevas escalas y enfoques de análisis. Describir, analizar y pensarlas desde la escala microregional implica comprender la necesaria interacción e integración entre sus gobiernos locales para el abordaje de sus problemáticas y objetivos. Pensarlas como parte de una microregión las hace protagonistas y su grado de visibilidad es mayor, así como establecer estrategias en conjunto se torna más accesible y sostenible frente al abordaje local, en pos de favorecer el equilibrio del territorio del cual forman parte. Planificarlas supone un beneficio para la calidad de vida de sus habitantes como también implica aspectos sociales, ambientales y económicos para el desarrollo sostenible de la región.
Referencias bibliográficas
Basualdo, José Luis (2018). Planeamiento y desarrollo territorial en pequeñas ciudades argentinas, Café de las ciudades, febrero.
https://cafedelasciudades.com.ar/articulos/planeamiento–y–desarrollo–territorial–en–pequenas–ciudades–argentinas/
Boccolini, Sara (2016). El evento urbano. La ciudad como un sistema complejo lejos del equilibrio, Quid 16, nº 6:186–218. https://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/quid16/article/view/2073/1765
Capel, Horacio (2009). Las pequeñas ciudades en la urbanización generalizada y ante la crisis global, Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía, UNAM, nº 70:7–32. https://www.scielo.org.mx/pdf/igeo/n70/n70a2.pdf
Comité de Desarrollo Territorial, Comisión Europea (1999). ETE Estrategia Territorial Europea. Hacia un desarrollo equilibrado y sostenible del territorio de la UE. Comunicación acerca de la reunión informal de Ministros responsables de ordenación del territorio de la Unión Europea, Potsdam.
https://www.upv.es/contenidos/CAMUNISO/info/U0506102.pdf
Fernandez Güell, José María (2006). Planificación Estratégica de las Ciudades. Nuevas estrategias y métodos. 2da Edición. Reverté.
Gehl, Jan (2014). Ciudades para la gente. 1era Edición. Infinito.
INDEC, Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010.
https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4–Tema–2–41–135
Klocker, Micaela y Micaela Moreno (2023). Ciudades Pequeñas y Calidad de Vida Urbana. Lineamientos de intervención para potenciar el desarrollo urbano–territorial de la localidad de Villa Urquiza, Entre Ríos. Tesis de grado, Universidad Nacional del Litoral.
https://drive.google.com/file/d/1kDKT4Ord1uTGPyeFYs21FOPYxdEm4WEm/view?usp=drive_link.
Leva, German (2007). Indicadores de Calidad de Vida Urbana: Teoría y Metodología. 1era Edición. Universidad Nacional de Quilmes Editorial.
https://web.archive.org/web/20180416203102id_/http://www.institutodeestudiosurbanos.info/dmdocuments/cendocieu/coleccion_digital/Observatorios_Urbanos/Indicadores_Calidad_Vida–Leva_G–2005.pdf
Moreno, Micaela (2018). Indicadores de Calidad de Vida Urbana en áreas centrales de ciudades pampeanas. El caso de la ciudad de Santa Fe. Trabajo final de beca iniciación en la investigación, Universidad Nacional del Litoral.
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Perez Maldonado, Alberto (1999). La construcción de indicadores Bio–Ecológicos para medir la calidad del ambiente natural urbano. Documento de investigación del Grupo de Calidad Ambiental Urbana de la Facultad de Arquitectura y Arte de la Universidad de Los Andes.
Santos, Milton (2007). Território, Territórios: ensaios sobre o ordenamento territorial. 3era Edición. Lamparina.
Notas
[1] Este texto se basa en la tesis titulada «Ciudades Pequeñas y Calidad de Vida Urbana. Lineamientos de intervención para potenciar el desarrollo urbano-territorial de la localidad de Villa Urquiza, Entre Ríos» (Klocker y Moreno, 2023).
Cómo citar
Moreno, Micaela (2024). Planificación y calidad de vida urbana en ciudades pequeñas, Polis, n.° 24. https://www.fadu.unl.edu.ar/polis
Micaela Moreno
Arquitecta (FADU – UNL). Integrante del proyecto de investigación CAI+D 2024 Observatorio Urbanístico del Área Metropolitana Santa Fe – Paraná (AMSF–P) (UNL).