diseño industrial – morfología – didáctica – food design

EL DISEÑO NO SOLAMENTE NOS FACILITA RESPUESTAS, SINO QUE TAMBIÉN PERMITE HACERNOS PREGUNTAS: ¿SE PUEDE DISEÑAR LA COMIDA? ¿PODEMOS ENSEÑAR UNA MANERA DE COMER?PARTIMOS DEL SUPUESTO DE QUE PRODUCIR, EXPLORAR Y ENSEÑAR DISEÑO RELACIONADO CON LA COMIDA Y LOS ALIMENTOS ALIENTA EL DESAFÍO DE CONCEPTUALIZAR TANTO LA NECESIDAD COMO EL DESEO «DEL OTRO».

Entendemos desde el rol disciplinar que, como diseñadores, docentes e investigadores, integramos parte de un sistema productivo y académico que pretende brindar a la sociedad no solo la utilitariedad, la funcionalidad y la tecnología de los objetos cotidianos, sino también la identificación y lectura de un mundo simbólico, para un usuario que reconoce en su vida diaria los objetos que son portadores de diversas necesidades y significaciones.

Necesitamos alimentarnos para nutrir nuestro cuerpo: al mismo tiempo necesitamos consumir y satisfacer nuestras apetencias desde un lugar de dudoso equilibrio entre la reflexión responsable y el placer desbordado, entre lo necesario y lo sucedáneo, entre la contención y el desenfreno de nuestros sentidos.

Por otra parte, entendemos que diseñar comida no es lo mismo que proyectar utensilios para comer. Es nuestro desafío pensar que una disciplina puede dar respuesta a estos requerimientos, pero sabemos también que este tiempo contemporáneo introduce nuevas miradas sobre objetos que cargan con huellas, signos e improntas, para comprender el sentido que toda sociedad reclama dentro del constante devenir de la cultura y su memoria. Son estos los recorridos por los que nos proponemos transitar con este ejercicio didáctico-conceptual.

La comida, a diferencia de otros objetos de diseño, es efímera, por lo tanto, está destinada a desaparecer. Sin embargo, su recuerdo
perdura convirtiéndose en atemporal para la mente de las personas. De este modo, como dice Francesca Zampollo (2016), «un alimento consigue ser significativo para las personas cuando crea una fuerte emoción; en el momento en que una comida es memorable, se vuelve significativa».

Pero, como la cultura no estatiza su devenir, sino contrariamente, lo dinamiza, el presente del diseño reclama operadores dispuestos a explorar nuevos campos creativos más allá de los tradicionales de una actividad. Es así que el territorio de la gastronomía, cada vez más amplio, traza un arco muy extenso desde donde conocer, innovar y experimentar sobre el sistema de la alimentación.

Como equipo de cátedra, consideramos que la generación de formas es una construcción intelectual, la que surge como consecuencia de un análisis y una búsqueda particular y profunda. Comienza con momentos de gran abstracción formal y pasa a instancias complejas, en las que el aporte académico consiste en el desarrollo de la capacidad de reflexión y abstracción del estudiante sobre lo que se observa y lo que se produce, en correspondencia con la forma y la función de lo producido.

Entendemos que el concepto de forma no puede ser considerado hasta que esta no es captada y aprehendida por el hombre que le asigna un sentido, y así se desarrolla una permanente interacción entre el sujeto y el objeto. Aquí se pueden reconocer dos «estados» de la forma: la forma aparencial, entendida como realidad fenoménica del objeto, y la forma total como la realidad integral del objeto, incluidas sus condicionantes históricas y ambientales y sus significaciones. Pensamos que es necesario definir el sentido de la problemática formal en el diseño a partir de la relación entre objeto y función, entendiendo que el término función está designando no solo lo «utilitario», el uso mecánico del objeto, sino la totalidad de consecuencias que trae aparejada la inserción del objeto en el medio, en el sentido más amplio del término.

En lo que respecta a la didáctica de la praxis (trabajos prácticos, análisis, producciones formales), la misma se sustenta en anclajes donde el juego dialéctico profundiza extremos académicos. Es decir que, si bien analizamos formas pre-existentes, también acentuamos el valor de lo heurístico de la búsqueda por los carriles que la sociedad reclama.

La innovación pretende romper con la cotidianidad alimenticia, no por el solo hecho de innovar, de lo novedoso sin contenido, sino llevando al alimento a un nivel de deseo, sensación y experiencia, donde el protagonismo del diseño de comida, como un proceso deliberado y razonado, puede producir soluciones destinadas a satisfacer las necesidades de los usuarios.

Es por ello que, desde la asignatura Morfología II, planteamos partir de la observación y la experimentación de distintos lenguajes como excusa para investigar en las posibilidades formales, sus relaciones y consecuentes registros para proponer el diseño de un objeto comestible. 

Tal como afirma Zampollo (2016), consideramos en términos de diseño que «cuando existe un proceso deliberado y razonado que produce soluciones destinadas a satisfacer nuestras necesidades y dar sentido a nuestras vidas», se habla de diseño de comida.

La autora define seis subdisciplinas en el diseño de comida: diseño con alimentos, diseño para los alimentos, diseño del espacio de alimentación o arquitectura interior para la alimentación, diseño de productos alimentarios o alimentos, diseño sobre la alimentación y diseño de eventos alimentarios o experiencias. Este trabajo se desarrolla entre dos de ellas: el diseño de productos alimentarios o alimentos, que incluye productos comestibles que se producen industrialmente, definidos y estudiados desde la morfología y el diseño de la experiencia, que implica investigar y pensar el diseño de una situación en la que se come, lo que significa el diseño de todos los aspectos que influyen en la experiencia de comer.

El tema planteado para el ejercicio es «el diseño de formas con funciones potenciales aplicadas a un objeto comestible» y propone que lo significativo es ejercitar la interpretación, el análisis y la producción de formas complejas, incorporando el concepto de lenguaje y el de función potencial, reconociendo no solo la importancia pragmática, sino también la semántica de un elemento comestible, según Zampollo, un producto alimentario. La intención es comprender el lenguaje de las formas como medio para investigar las posibilidades formales, ejercitar los sistemas generativos de las mismas, sus relaciones y consecuentes registros en el proyecto de un objeto morfológico comestible y, finalmente, traducirlo a la normatividad necesaria para el diseño industrial. 

Los diseños más avanzados de la naturaleza tienen un objetivo en común: la armonización de la forma y la función, conseguida mediante el equilibrio de las fuerzas externas e internas que actúan en el sistema natural y la integración de diversas funciones en la forma. (Lodato 2000, 46)

La propuesta de aplicación didáctica que planteamos se centra en la relación de los conceptos de forma y función, considerando que el diseño contemporáneo adopta el concepto de función de manera amplia y abarcativa. Tomamos la definición de forma de Magariños de Morentin (1991) que la concibe «como una entidad posibilitante que necesita de una materia prima, cualquiera sea ésta, para concretarse como una materialidad y adquirir, por convención en el seno de una concreta comunidad, un determinado valor». A esta noción la planteamos en relación con el concepto de función de Marcé Puig (1989) que «observa a las funciones como potencialidades (cualidades) del objeto, pero también como el resultado de las respuestas conductuales que la forma-objeto permite llevar a término desde el sujeto».

Esta idea de las funciones como «potencialidades» y de las formas como «entidades posibilitantes» permite entender el estudio y la enseñanza de los conceptos forma-función, no como binomio inseparable, ni como pares opuestos, sino como entidades que se complementan y se fortalecen entre sí y que, aplicadas a la enseñanza de la morfología en diseño industrial, pueden abrir nuevos caminos de estudio, trabajo y experimentación. Por lo tanto, cuando precisamos a la forma como producto cultural, entendemos que las cuestiones sintácticas y semánticas se relacionan con las utilitarias, funcionales o pragmáticas.

La principal estrategia didáctica radicó en el reconocimiento de diferentes aspectos funcionales en el proceso de diseño de una forma/objeto comestible, haciendo énfasis en el análisis de la función básica y la función potencial de los objetos a diseñar. En esta práctica, se ha trabajado con dos tipos de alimentos: chocolate y pastas secas. Ambos tienen la particularidad de producirse a través de una pasta/masa maleable con gran potencialidad para la exploración morfológica de formas complejas.

Al analizar los trabajos de los estudiantes, seleccionados como ejemplo, retomamos los objetivos del ejercicio relacionados con la comprensión del lenguaje, la ejercitación de sistemas generativos y la traducción a la normatividad que requiere el diseño industrial.

En los ejercicios observamos la búsqueda de alternativas a partir de la experimentación y generación de superficies espaciales utilizando los sistemas generativos de traslación y rotación como inspiración en relación con diferentes lenguajes que surgen en el proceso.

Roberto Doberti considera que es posible verificar que, en el plano de la producción, el objeto resulta de la transformación de la materia prima por medio de determinadas herramientas (tecnología) y esas transformaciones generan lo que podemos llamar «forma desde la producción». En el plano del uso o consumo, la función genera una lectura, a la que llama «forma desde el consumo», donde lo que se plasma es la interacción entre la necesidad y su satisfacción (Doberti 2008, 71).

En este ejercicio, los conceptos de forma desde la producción y forma desde el consumo se relacionan; y los de forma y función se complementan para profundizar la generación y la aprehensión de la forma, su pragmática, su sintaxis y su semántica. Sabemos que la forma desde el consumo y sus actividades exceden lo biológico, al punto de formar parte de un sistema de significaciones. Así, se trabaja aplicando la noción de implicación en la relación forma y función con el propósito de ejercitar en este binomio también los conceptos de necesidad y satisfacción. Podemos verificar entonces que la incorporación del concepto de función en la enseñanza de la morfología en diseño industrial colabora en la comprensión de algunos conceptos abstractos y complejos, aplicados al proceso de diseño morfológico. 

A través de este trabajo intentamos poner en evidencia que el acto de comer es y seguirá siendo un acto social que impacta en el bienestar humano, donde no solo se come con la boca sino a través de experiencias (sensoriales, culturales y sociales), ampliando las fronteras para la intervención del diseño con disciplinas como la Morfología y la nueva especialidad del food design.

El recorte epistemológico que desde la cátedra proponemos alienta el conocimiento de esta especialidad en una forma relacional y socializable, acorde a los encuentros de las disciplinas de diseño con los productos alimenticios que la sociedad contemporánea reclama y consume.

Para esto, es importante considerar que un operador (estudiante de diseño y/o diseñador) debe introducirse, desde la cultura del proyecto, en el complejo campo del diseño contemporáneo, agregando a todo el sistema productivo de la alimentación y la gastronomía nuevos aspectos de vanguardia sobre el consumo y la preparación de la comida.

Como conclusión podemos decir que las «estéticas gastronómicas» son posibilitantes del deseo del comensal. Comer es, en principio, un acto de la percepción. Y, otorgar sentido y significación al producto transforma y proyecta a la comida desde la necesidad básica a un estadio «escenográfico» que permite otro intercambio con el objeto: interpretaciones lúdicas, relacionales, complejas, etc. Desde la enseñanza de la morfología en diseño industrial aprovechamos esta temática y didáctica, donde la innovación juega un papel amplio, desde la receta tradicional a la indeterminación molecular y desde la reinvención de elementos de cocina a la de objetos y utensilios que propongan otros intercambios en la escena gastronómica.

Las imágenes utilizadas para esta publicación pertenecen a estudiantes de los ciclos 2017 y 2018 de la asignatura Morfología 2 LDI FADU UNL.
El registro fue realizado por los pasantes Mabelyn Guevara Robles, Santiago Caloia y la estudiante Carolina Riffel.

Referencias bibliográficas

Abraham, Moriana. «La enseñanza de la relación forma-función en la asignatura Morfología en carreras de Diseño». Trabajo Final de especialización en Enseñanza de la Arquitectura y el Diseño, FAUD, UNC, 2017.

Abraham, Moriana, Jaquelina Santiago y José Luis Roces. «Una forma comestible». Memorias del 5° Encuentro Latinoamericano de Food Design. Red Latinoamericana de Food Design. Montevideo, 2017.

Di Bartolo, Carmelo. «Naturaleza como modelo, naturaleza como sistema». Experimenta, n° 31 (2000).

Doberti, Roberto. Espacialidades. Buenos Aires: Ediciones Infinito, 2008.

Lodato, Franco. «Biónica: la naturaleza como herramienta de innovación». Experimenta, n° 31 (2000).

Olguín, Guillermo J. et al. Leer la forma. Estudio sobre la morfología aplicada al diseño. Buenos Aires: Editorial Redargenta, 2009.

Marcé i Puig, Francesc. «Objecte, disseny i recerca de la comunicació». Temes De Disseny [en línea] nº 3, (1989). https://www.raco.cat/index.php/Temes/article/view/29090.

Zampollo, Francesca. «Una taxonomía comestible». Experimenta, n° 67/68 (2016).

Cómo citar:

Abraham, Moriana, José Luis Roces y Jaquelina Santiago. «Formas comestibles. Ejercicio didáctico-conceptual». Polis, n° 16 (2019). https://www.fadu.unl.edu.ar/polis/

MORIANA ABRAHAM
Diseñadora industrial. Especialista en Enseñanza de la Arquitectura y el Diseño.
Profesora Titular en Morfología I y II, LDI FADU UNL.

JOSÉ LUIS ROCES
Arquitecto. Profesor Adjunto en la cátedra de Morfología II LDI-FADU-UNL

JAQUELINA SANTIAGO
Arquitecta. Jefe de Trabajos Prácticos en la cátedra de Morfología I LDI-FADU-UNL