Este artículo se conforma como un recorte de la tesis de grado de las autoras, que indaga y revisa los conceptos teóricos a partir de los cuales se diseña el espacio público y su equipamiento; propone abordar el programa «baño público» desde una perspectiva de género interseccional que permita aproximarse al concepto de «ciudad cuidadora» propuesto por la arquitecta española Izaskun Chinchilla Moreno.
INTRODUCCIÓN
Realizar un abordaje integral del equipamiento público santafesino, entendido como soporte urbano que posibilita el pleno ejercicio ciudadano para todas las personas, requiere de, por un lado, deconstruir los principios que respaldan la noción tradicional del planeamiento urbano imperante y, por otro lado, comprender la importancia de integrar la perspectiva de género interseccional a las prácticas de diseño actuales, las cuales deben responder a las necesidades de reales de una población diversa, heterogénea y global.[1]
En este sentido, la geógrafa Leslie Kern, doctora en estudios de género y autora canadiense, plantea en su libro Ciudad Feminista (2021) cómo los roles y jerarquías de género configuran las ciudades actuales desde una visión productivista netamente masculina, a las que cuales denomina «ciudades de hombres». La autora argumenta que la ciudad está diseñada para facilitar los roles tradicionales masculinos, sin considerar las experiencias y necesidades cotidianas de las mujeres y aquellas otras personas que quedan fuera del sujeto ideal hegemónico productivo (encarnado por el Modulor de Le Corbusier), ya sea por su edad, su condición física, su orientación sexual o género, su posición económica y social, su procedencia, etc.
DESARROLLO
La concepción unidimensional tradicional de la ciudad, basada en la división sexual del trabajo como rectora de las premisas de los planes urbanos, ubica a los hombres en la esfera pública de la producción y del trabajo remunerado —con una jornada laboral completa y un tipo de movilidad pendular entre la casa y el trabajo— y a la mujer en la esfera privada del hogar y del trabajo no remunerado —que implica un tipo de movilidad poligonal y fragmentaria dada la diversidad de tareas que asumen—. Si bien las mujeres se han incorporado a la fuerza laboral en las últimas décadas, y la familia nuclear tradicional ya no es la norma, las tareas de cuidados siguen concentrándose en ellas y siguen siendo invisibilizadas en los espacios públicos debido a la falta de atención y representación de las necesidades de aquellas personas que cuidan o que reciben cuidados. Las políticas públicas implementadas hasta la actualidad siguen pensando la ciudad de manera segmentada, con marcadas diferencias de usos, extensos recorridos viales que incrementan la necesidad de un vehículo privado autónomo, y un escaso equipamiento de los espacios públicos de permanencia. Estos presentan mobiliarios hostiles, accesos restringidos, espacios poco iluminados en la noche, y una limitada integración e interacción social que permita la generación de comunidad, entre otros.
Pensar en espacios públicos vitales y otorgarles el equipamiento de soporte adecuado a la multidimensionalidad que representa la ciudad requiere poner en crisis la concepción de la calle como el hábitat natural exclusivo del hombre público, y asumir que este cambio de paradigma —que tiene menos de un siglo— requiere concentrar los esfuerzos en reducir las barreras físicas, psicológicas, culturales y sociales que se les presentan a mujeres, disidencias, infancias, personas adultas mayores, con discapacidad, y con escasos recursos económicos, entre otras. Contemplar esta superposición real y heterogénea de características que componen a las personas —concepto de «interseccionalidad» consolidado por la abogada y académica estadounidense Kimberlé Crenshaw— permitirá abordar sus necesidades y garantizar su derecho a la ciudad.
En este contexto, el concepto de «ciudad cuidadora», abordado por la arquitecta española Izaskun Chinchilla en su obra La Ciudad de los Cuidados (2020), propone un diseño de las ciudades que atienda al bienestar de la ciudadanía, priorice las experiencias y necesidades de las personas e incorpore la noción de salud medioambiental. Define a la ciudad y arquitecturas cuidadoras desde un pronunciamiento multidimensional, incorporando aspectos políticos que conciernen a dimensiones públicas y cívicas: la lectura relacional del edificio, la permeabilidad del edificio desde el espacio público, y su carácter distintivo y de calidad. Además, plantea la problemática en torno al recurso urbanístico de la plaza dura (o plaza seca), que responde a la priorización de actividades productivas —limpieza, seguridad, control del orden público, publicidad, comercio y organización de eventos— por encima de los cuidados medioambientales y los relativos a las personas. Poder acceder al cuidado —estar cuidada o cuidado— implica cubrir las necesidades directas —biológicas, sociales y emocionales— independientemente del sexo, género, edad, condición civil, residencia, etc. (Carrasco en Valdivia Gutiérrez, 2020), y conlleva no solo poseer la capacidad de recibir educación, atención médica, un ambiente sano y seguro, sino también la capacidad de desarrollarse socialmente de manera autónoma, sin obstáculos que impidan la completa realización de actividades cotidianas. Por lo tanto, una ciudad cuidadora debe proveer, entre otras cosas, el equipamiento necesario para resolver las necesidades físicas, psicológicas y fisiológicas de las personas y garantizar el ejercicio ciudadano.
Se torna necesario comprender que, como sucede con el espacio público en general, los baños también responden a formas de exclusión directas y sutiles que moldean completamente la experiencia de las personas que los utilizan (Montano & Sempol, 2018). Es por ello que se explora una propuesta de baños públicos sin distinción de género, que garantice un acceso lo más libre posible a estos espacios para todos los cuerpos, sin importar el género, la clase, las capacidades u otras características que los diferencien del modelo hegemónico imperante.
ENSAYO PROYECTUAL
El abordaje del baño público parte de la decisión de complejizar el programa del equipamiento de modo que sea capaz de responder de manera integral a las necesidades de la población urbana estando en relación con su entorno próximo, el medioambiente en el cual se implanta y el contexto social de la ciudad de Santa Fe.
A partir de la ejecución de relevamientos y mapeos que registraron múltiples situaciones físicas y simbólicas que se superponen en la trama urbana, se plantearon diversos usos complementarios en las proximidades del baño, asociables tanto a la condición de uso permanente del espacio público, como a su uso itinerante: sectores de juegos infantiles accesibles y no determinantes; mobiliario polifuncional, ergonómico y adaptable a la diversidad de cuerpos, usos y temporalidades; una estación de bicicletas públicas que contribuya a la integración de criterios de sostenibilidad a través de la promoción de la movilidad sostenible y continúe con la lógica de intervención municipal existente; una parada de colectivos accesible y segura, que permita el reparo del clima, la permeabilidad visual y la autonomía de todas las personas; espacios de integración social, de generación de comunidad y colectividad; y la integración de vegetación nativa y elementos que promuevan el cuidado del medioambiente.
Tanto en el interior del equipamiento como en sus proximidades se incluyen medidas que permitan la autonomía de todas las personas, más allá de la diversidad de capacidades y necesidades que estas posean: se integran señalizaciones táctiles, visuales y auditivas en todos los recorridos internos y externos, que permitan la orientación de las personas en el espacio, así como su ubicación dentro del entramado urbano.
Dentro del equipamiento se incluyeron espacios de guardado, y mesadas proyectadas con alturas diversas para posibilitar el uso autónomo tanto de infantes como de personas con discapacidad motriz o talla baja. La inclusión de este tipo de elementos permite el uso prolongado del espacio público circundante al equipamiento y una mayor comodidad a la hora de utilizar el baño público. A su vez, todos los cubículos poseen elementos de sostén de artículos personales, lo que facilita la utilización de los mismos.
Se buscó garantizar la permeabilidad visual y acústica desde y hacia el baño público, principalmente mediante la franca conexión del sector de lavamanos con la vía pública, a fin de incrementar el grado de seguridad percibida, y posibilitar situaciones de integración ciudadana. A su vez, se destaca que el diseño de envolventes de los baños individuales permite una permeabilidad visual y sonora controlada, dada la inclinación de los listones de cierre y la altura del cerramiento opaco, lo que garantiza la sensación de intimidad necesaria para la persona ocupante y posibilita el control exterior ante situaciones de emergencia en el interior.
Los cubículos de baño también buscan responder a la diversidad de necesidades de las personas, sin catalogarlas por género ni constreñir su uso a un solo tipo de baño. Se incluyen cubículos para infancias, para personas de talla grande y para personas en silla de ruedas. En todos los tipos de cubículos para el uso de personas adultas se incorporaron sillas rebatibles para bebés a fin de garantizar la comodidad de aquellas personas deben utilizar las instalaciones mientras cuidan, así como cambiadores para bebés —rompiendo con la lógica imperante de ubicarlos únicamente en el cubículo adaptado para personas en silla de ruedas—. La provisión de baños con medidas amplias permite el cuidado de otras personas y la posibilidad de cambiarse con comodidad, a la vez que resulta accesible para personas con todo tipo de cuerpos; se erradica así el uso inequívoco del baño para quienes poseen discapacidad motriz como única alternativa.
La inclusión del proyecto de baño público como equipamiento urbano cuidador hace un uso estratégico de la luz como recurso inmaterial capaz de dotarlo de carácter protagónico en la noche de la ciudad de Santa Fe: como faro nocturno, como punto seguro.
CONCLUSIONES
Como equipo de tesis, concluimos que la inclusión de un equipamiento público capaz de articular las múltiples dimensiones que componen a la vida urbana es factible mediante el reconocimiento y la incorporación de nuevas herramientas de análisis y abordaje disciplinar de problemáticas arquitectónico–urbanas desde la perspectiva de género interseccional. A través del reconocimiento de la complejidad y diversidad real, tanto de la ciudadanía como de sus deseos y actividades en los espacios públicos de permanencia, y partiendo de la experiencia de las mujeres en la ciudad en toda su amplitud, dimensiones y temporalidades —con sus mapas mentales, herramientas creativas y relatos—, es posible diseñar equipamientos urbanos inclusivos, vitales y seguros, tanto para el día como para la noche.
Referencias bibliográficas
Blanca Valdivia Gutiérrez. «La ciudad cuidadora. Calidad de vida urbana desde una perspectiva feminista.» [Tesis doctoral, Universidad Politécnica de Catalunya]. Dirección: Ma. Pilar García Almirall y Zaida Muxí, 2020. Recuperado el 15 de mayo de 2023 en: https://upcommons.upc.edu/handle/2117/345317?show=full
Col·Lectiu Punt 6. Urbanismo Feminista. Por una transformación radical de los espacios de vida. Barcelona, Virus Editorial, 2019. Recuperado el 15 de mayo de 2023 en: https://www.punt6.org/wp-content/uploads/2022/04/libro_Urbanismo-feminista_ES.pdf
Diego Sempol y Malena Montano. Baños públicos. La última segregación. Baños públicos, moral, género y sexualidad en Uruguay. Montevideo, Universidad de la República e Intendencia de Montevideo, 2018.
Izaskun Chinchilla Moreno. La ciudad de los cuidados. Salud, economía y medioambiente. Madrid, Los libros de Catarata, 2020.
Jane Jacobs. Muerte y vida en las grandes ciudades. Madrid, Capitán Swing (2da ed.), 1961.
Leslie Kern. Ciudad Feminista: La lucha por el espacio público en un mundo diseñado por hombres. Buenos Aires, Ediciones Godot (2da ed.), 2020.
Notas
[1] Tesis de graduación «Nocturnas. Espacio público y perspectiva de género», Arquitectura y Urbanismo, FADU – UNL, 2023, dirigida por la Dra. Arq. Lucía Espinoza.
Cómo citar
Grimaldi, Micaela y Sofía Floriani (2024). «Baños públicos para Santa Fe: equipamientos para una ciudad que cuida». Polis, n.° 24. https://www.fadu.unl.edu.ar/polis
Sofía Floriani
Arquitecta (FADU – UNL)
Micaela Grimaldi
Arquitecta (FADU – UNL)
Arquitectas por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UNL (2023). Se desempeñan como pasantes graduadas en docencia en la asignatura del área social “Teoría y crítica” en la misma unidad académica, desde el año 2023. Son autoras del escrito «Revisión metodológica para abordar la ciudad de Santa Fe con perspectiva de género», incluído en la propuesta de publicación «Arquitectura pública e historia reciente», dirigida por Lucía Espinoza y Viviana Bolcatto (2024, en prensa en el marco de la Colección Ciencia y Tecnología de Ediciones UNL).
Sofía Floriani
Arquitecta (FADU – UNL)
Micaela Grimaldi
Arquitecta (FADU – UNL)
Arquitectas por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UNL (2023). Se desempeñan como pasantes graduadas en docencia en la asignatura del área social “Teoría y crítica” en la misma unidad académica, desde el año 2023. Son autoras del escrito «Revisión metodológica para abordar la ciudad de Santa Fe con perspectiva de género», incluído en la propuesta de publicación «Arquitectura pública e historia reciente», dirigida por Lucía Espinoza y Viviana Bolcatto (2024, en prensa en el marco de la Colección Ciencia y Tecnología de Ediciones UNL).