Palabras claves
En este texto proponemos reflexionar sobre la relación entre la enseñanza y el aprendizaje del diseño, la incorporación de los estudiantes a la comunidad disciplinar entendida como «alfabetización académica» y la aprehensión de los lenguajes propios de las disciplinas, particularmente el dibujo como herramienta del pensamiento proyectual. Finalmente, siguiendo las reflexiones que propone Goodman, intentamos responder a la pregunta ¿cuándo el dibujo se convierte en lenguaje?
LA INCORPORACIÓN A LAS DISCIPLINAS PROYECTUALES. ALFABETIZACIÓN DISCIPLINAR
En el ciclo básico de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, de la Universidad Nacional del Litoral, el Módulo Introductorio común a las tres carreras que se dictan es el lugar para iniciar a los ingresantes en las disciplinas del diseño. En el Taller de Comunicación Gráfica brindamos los rudimentos gráficos y expresivos necesarios para participar activa y eficazmente de la cultura disciplinar que luego, en el transcurso de las respectivas carreras, se irán profundizando y perfeccionando hasta convertirse en las herramientas del pensamiento proyectual. El Taller de Comunicación Gráfica no se centra en un aprendizaje del dibujo en sí mismo, sino en este como herramienta.
El dibujo se convierte en herramienta cuando puede ser utilizado en las distintas instancias del proceso de diseño. Como modo de preformalizar, de formalizar, de representar; para visualizar y contrastar las primeras ideas, las primeras aproximaciones; para modificar las formas que se proponen o para generar alternativas a ella. Por lo tanto, se usa para pensar, crear, recrear, valorar, criticar, ordenar, sistematizar las propuestas formales y espaciales. El dibujo es una herramienta cuando se instala en quien lo utiliza «como modo de pensar las formas», como un modo de «pensar gráficamente». (Bertero, 2009:23)
Para lograr esta incorporación, los estudiantes necesitan apropiarse, hacer propias y pertinentes varias cuestiones: algunas epistémicas (nivel de conocimiento profesional, científico y tecnológico del campo del diseño), otras metodológicas (los modos de abordaje para búsqueda, profundización y transferencia de los conocimientos) y, por último, actitudinales (el compromiso, la predisposición, la participación, los criterios de selección). Además, y quizá debería estar en primer lugar, deben aprehender lenguajes.
La expresión «alfabetización académica» (Carlino, 2007) refiere al conjunto de nociones y estrategias necesarias para participar de la cultura discursiva de las disciplinas —en este caso de diseño— así como en las actividades de producción y análisis requeridas para aprender en la universidad, de textos, de objetos y espacios. Este concepto es interesante ya que nos permite pensar sobre la incorporación de los alumnos ingresantes a la universidad en general y a las carreras de diseño en particular.
Los estudiantes recién llegados a esta comunidad educativa necesitan, por una parte, ser orientados en un campo disciplinar que conocen poco o desconocen, y por otra, convertirse en sujetos de su propio aprendizaje. O sea que es imprescindible que asuman la responsabilidad y el compromiso de aprender y aprehender tanto conceptos como metodologías y actitudes y así ser iniciados e iniciarse en un proceso por el cual llegarán a pertenecer a la comunidad científica, disciplinar.
No es posible alfabetizar académicamente en una única materia ni en único ciclo de la carrera; no es solo transmitir un saber elemental separado del contenido sustantivo de las materias y transferible a cualquier asignatura (Carlino). En nuestro caso, alfabetizar en diseño, «enseñar a leer y a escribir» disciplinarmente, es iniciar y profundizar en mirar, percibir, comunicar, expresar, representar, modelar; en definitiva, fomentar, generar, construir, un pensamiento proyectual. El modo de hacerlo es mediante la utilización de algún medio comunicativo. Uno de los objetivos centrales del Taller de Comunicación Gráfica es la aprehensión de los lenguajes disciplinares que permiten la construcción de conocimientos específicos para la efectiva y eficiente incorporación de los alumnos ingresantes a una carrera de grado de diseño.
Detengámonos un poco en estos conceptos. En el inicio del ciclo básico se dan estas herramientas, se enseña diseño básico, comunicación gráfica, representación sistemática, teoría y producción estética contemporánea y tecnología; pero, ¿qué se hace con esto luego, en el transcurso de las demás asignaturas y en los años subsiguientes? Según Carlino se alfabetiza académicamente cuando cada cátedra está «dispuesta a abrir las puertas de la cultura de la disciplina que enseña para que de verdad puedan ingresar los estudiantes, que provienen de otras culturas».
¿Qué se entiende por «abrir las puertas de la cultura de la disciplina» para nosotros? Cada disciplina tiene modos propios de expresar su especificidad. Los abogados, los médicos, los contadores, entre otros, tienen un bagaje lingüístico específico y determinado por su propia especificidad, adecuados y convenientes para el ejercicio profesional, muchas veces incomprensible para quienes no pertenecemos a dicha comunidad —cada profesión tiene epistemologías, metodologías de abordaje, actitudes y terminologías y vocabularios que hacen que sean rápidamente identificables—. Su aprendizaje es central en la formación y posterior ejercicio de las respectivas profesiones. Por su parte, las carreras proyectuales como el diseño gráfico, la arquitectura y el diseño industrial, tienen lenguajes que los identifican y que dan carácter a su producción; que permiten, además, la generación, la profundización y el intercambio de ideas, la proyectación, el diseño y, por último, la materialización de la obra. Uno de ellos es el lenguaje gráfico.
Si bien el dibujo y la comunicación gráfica son las herramientas propias de los diseñadores, en los procesos de enseñanza muchas veces no se pone en evidencia toda su potencia: como representación/objeto, como indagación/producción y como comunicación intersubjetiva/intercambio (Bertero, 2009). Lo que decimos es que para que el dibujo se convierta en un lenguaje debe ser enseñado, aprendido, aprehendido, ejercitado, puesto en valor, en cada instancia del proceso de enseñanza y aprendizaje para así recuperar el lugar que requiere para convertirse en una verdadera herramienta del pensamiento proyectual. Esto supone que los docentes de todas las cátedras pongan en valor su uso y que los estudiantes lo ejerciten como parte del quehacer académico y profesional.
La adquisición de una mayor diferenciación perceptiva, tanto como una mayor diferenciación cognitiva, se logra progresivamente (Eisner, 2004:30).
A medida que el estudiante aumenta su experiencia en el ejercicio del diseño, va desarrollando sus capacidades de un modo más complejo y más refinado. Estas capacidades no se desarrollan de forma lineal, sino que van construyéndose en el transcurso de la carrera de grado y aún después, durante el ejercicio profesional. Se enseñan, se aprenden, pero solo se los incorpora como modo de pensar a través de su práctica, de su ejercitación para, de este modo, poder captar y proyectar las sutilezas de la arquitectura. Se necesita además reflexión y crítica. (Bertero, 2009:23)
¿QUÉ LENGUAJES?
La alfabetización académica se inicia en el ciclo básico, a partir del cual los jóvenes irán incorporando los diferentes lenguajes progresivamente. Estos son:
1/ Lenguaje verbal, oral y escrito: es una herramienta para la simbolización, la comunicación y el intercambio de ideas. Es el léxico propio de la disciplina, apela a la necesidad de adquirir un saber vinculado a conocimientos disciplinares propios. Esto conlleva un modo de entender y narrar, explicar la parte de la realidad que abarca la disciplina. Requiere incorporar un modo acorde de pensar. Un particular uso del lenguaje verbal es el que utiliza la historia, la teoría y la crítica del diseño. Por lo tanto, se aprenderá y resignificará durante toda la carrera y la vida profesional.
2/ Lenguajes gráficos: en este sentido se distinguen por lo menos tres. Uno de representación, copia de la realidad, como reconocimiento de las formas, toda forma reconocible es elocuente («todo habla», según Novalis), porta información; es posible reconocer en ella, como escribía Rancière, los rastros de la historia y los signos de su destino. Es posible entonces desentrañar aspectos de las formas arquitectónicas, descubrir sus relaciones espaciales, formales, significativas, sígnicas; para luego reescribir, resignificar, intentando comprender, aprehender en profundidad dichas relaciones. Otro modo es definirlo como indagación, como búsqueda (expresada en esquemas, esquicios). Cuando se dibuja se pone en acto un modo de pensar y de no pensar, de saber y no saber, de expresión consciente (una acción consciente) e inconsciente (una producción inconsciente), acción pensada y proceso involuntario a la vez. Por último, como comunicación, como convención que permite un entendimiento a partir de la comprensión profunda del código. Está altamente convencionalizado, es preciso y ajustado. Ellos son «las proyecciones ortogonales —sistema Monge— y las proyecciones paralelas oblicuas que servirán para controlar y resolver cuestiones relativas a la mensurabilidad y las proyecciones cónicas o perspectiva que servirán para representar la sensación de espacio–habitable» (Guerri, 2012:50).
El orden del sistema representativo normativiza la creación. El orden de la representación quiere decir la relación entre lo «dibujable» y lo visible; la esencia del dibujo es «hacer ver» y lo hace a través de un doble orden de moderación: la función de manifestación visible retiene el poder del dibujo y por otro lado retiene la potencia de lo visible mismo, el dibujo instituye cierta visibilidad, manifiesta lo que está oculto, de este modo, retiene eso visible que manifiesta bajo su mandato.
3/ Lenguajes del objeto: están vinculados con la propia producción de las disciplinas proyectuales. Representan la posibilidad comunicativa del espacio arquitectónico, los objetos de diseño industrial y de comunicación visual. Indagan sobre la relación sujeto social–objeto cultural e interpretan los vínculos entre las oposiciones: forma–contenido, figuración–significación, significante–significado. El «lenguaje objetal» (Guerri, 2012:49) es el contexto material, el mundo de la materia y de los objetos materiales. Estos lenguajes serán objeto de estudio de otros módulos del Taller Introductorio, y posteriormente desarrollados y profundizados en cada una de las asignaturas específicas de cada carrera.
¿CUÁNDO ES LENGUAJE?
Goodman en su ensayo ¿Cuándo hay arte? dice: «El problema reside en hacerse la pregunta equivocada, en no darse cuenta de que algo puede funcionar como obra de arte en un momento, pero no en otro. Para los casos cruciales, la pregunta correcta no es ¿qué objetos son (permanentemente) obras de arte?, sino ¿Cuándo es algo una obra de arte?».
En este sentido podríamos preguntar cuándo el dibujo es lenguaje. Algunos autores dirán que solo es lenguaje cuando está estandarizado y codificado, el «lenguaje Monge», el «lenguaje de la perspectiva». Para los fines de este escrito, nosotros incorporamos otras posibilidades expresivas ya que entendemos, en este contexto, que el dibujo es además de una convención un modo de expresión, comunicación e indagación, y será significativo para quien lo utilice y para quien lo interpreta en distintos momentos para distintos usos. Así, un esquicio rápido de un arquitecto o una diseñadora reconocidos podrá ser un garabato utilizado durante el proceso de diseño —y por lo tanto solo útil y entendible para quien lo utiliza—, o bien convertirse en una obra de arte o un ícono de la disciplina. Dependerá del contexto donde se produzca, de quien lo realice y de quienes lo interpreten.
De ese modo, un dibujo puede funcionar como lenguaje en un momento y puede no funcionar como tal en otros. Un croquis rápido muy sintético es portador de un mensaje que no llegará a todos los intérpretes; una perspectiva a método tendrá otros valores y otras posibilidades comunicativas y, seguramente, una imagen hiperrealista producida por las tecnologías digitales no se prestará a interpretación posible, será lo que se muestra a sí misma. Para ser lenguaje el dibujo debe superar la tensión entre propiedades internas o intrínsecas y propiedades externas o extrínsecas que lo vinculan con otras cosas. Por ejemplo, refiriéndonos en este caso a la proyectación arquitectónica, en los años 80 se hablaba de «dibujismo» como un modo de presentar los proyectos donde las propiedades intrínsecas de las representaciones solapaban y opacaban los valores de la arquitectura, los ponían en un segundo plano. En este momento de auge tecnológico, reaparece esta sospecha sobre la espectacularidad de los renders, las inmersiones, las animaciones, etcétera.
Para que el dibujo, que no excluye el uso de las tecnologías digitales, se presente como uno de los lenguajes que cuentan, narran, piensan, preformalizan el diseño, es necesario que recuperen toda su potencia. Esto es, que se los incorpore desde el inicio de la carrera como representación, como comunicación y como producción, para luego ser utilizado y resignificado, repensado, abordado en el contexto de cada asignatura. Para que esto suceda es necesario ejercitar y apropiarse desde el inicio de la tríada que está en el eje del módulo introductorio: observar–comprender–representar.
Referencias bibliográficas
Bertero, Claudia (2009). La enseñanza de la arquitectura, entre lo dibujado y lo desdibujado. Ediciones UNL.
Bertero, Claudia (2011). La escena didáctica de la arquitectura: doble juego de la representación. En Casetta, G. e Ibarra, A. (comp.) Representación en Ciencia y Arte. Vol. 4. Brujas.
Carlino, Paula (2007). Escribir, leer y aprender en la universidad. Una introducción a la alfabetización académica. Fondo de la Cultura Económica.
Enaudeau, Corinne (1999). La paradoja de la representación. Paidós.
Guerri, Claudio (2012). El lenguaje gráfico TDE. Más allá de la perspectiva. Eudeba.
Goodman, Nelson (1977). Los lenguajes del arte. Paidós.
Rancière, Jacques (2005). El inconsciente estético. Ediciones del estante.
Virilio, Paul (2000). El procedimiento silencioso. 1era. ed. 2da. reimp. Paidós.
Nota
Todas las fotos fueron elaboradas e intervenidas por el arquitecto Lucas Javier Bizzotto
Cómo citar
Bertero, Claudia (2023). Cómo incorporar a los estudiantes a la comunidad disciplinar y no perderse en el intento, Polis, Nro. 23. https://www.fadu.unl.edu.ar/polis
Claudia Bertero
Arquitecta (FADU-UNL). Magíster en Docencia Universitaria (UNL). Investigadora y exprofesora titular por concurso en Morfología I y Taller de Comunicación Gráfica en FADU-UNL.